Tal
día como hoy, la noche del domingo, 6 de marzo de 1938. Hace ya 80
años que las aguas del Mediterráneo se tiñeron de rojo a la altura del Cabo de Palos, frente a las costas de
Cartagena, cuando una flota franquista y otra republicana se enfrentaron en la
que -a la postre- sería conocida como la
mayor batalla naval de la Guerra Civil.
Con todo, y a pesar de que los
combates navales durante la Guerra Civil han sido dejados de lado por parte de la Historia, lo cierto es que las
aguas españolas acogieron multitud de contiendas en la que se enfrentaron, a
base de sangre y torpedo, a republicanos y franquistas. Y es que, el control de determinadas rutas marítimas
era de vital importancia, pues a través de ellas se podían hacer llegar hasta
tierra firme cientos de soldados y toneladas de material bélico determinantes
para la guerra.
Aquel 6 de
marzo de 1.938, y tras la sucesión de una serie de complicadas maniobras
navales, la marina gubernamental logró enviar al fondo del mar al orgullo de la
Armada sublevada: el crucero «Baleares». Junto a
este gigante metálico se hundieron además los cuerpos de casi 800 de sus
tripulantes, un número que convirtió la tragedia de este buque en una de las
más reseñables de la Historia española.
El alzamiento en la Armada
Si se busca entender las causas que motivaron el
combate en el Cabo de Palos es necesario retroceder en el tiempo hasta 1.936,
una fecha clave en el porvenir de España. Aquel año, y después de que
ascendiera al gobierno de la Segunda República el Frente Popular -una
agrupación que aunaba a la mayoría de fuerzas izquierdistas-, varios militares
decidieron iniciar la sublevación que, desde hacía meses, merodeaba por sus
cabezas.
Para los rebeldes el objetivo estaba
claro: debían hacer caer el Gobierno central ubicado en Madrid y, después,
tomar el poder. Sin embargo, si pretendían llevar a cabo esta misión
necesitaban transportar a sus tropas
desde Marruecos -donde se había iniciado la sublevación-
hasta la Península, algo que sólo podían hacer por mar y aire. Por ello, los
instigadores decidieron iniciar varios contactos con la Marina.
«Parece que la primera toma de
posición frente a una sublevación ocurrió durante las Fallas de Valencia de 1.936. Los primitivos
conspiradores en el Ejército, es decir, los que conspiraban desde la victoria
del Frente Popular del 18 de febrero de 1.936, pidieron a la Marina, varias de
cuyas unidades estaban en períodos de maniobras, que permaneciese neutral y
dejara pasar convoy de tropas desde África hasta la Península» afirma el doctor
en Historia británico Michael Alpert en su obra «La Guerra Civil española
en el mar».
Los sublevados pretendían que la
Marina no atacara a sus navíos de transporte Tal era la importancia de contar
con la Marina que el general Emilio Mola, principal cabecilla de la
sublevación, afirmó en 1.936 que era necesario «buscar el apoyo de la Armada en
los puntos en que esto sea conveniente, e incluso su colaboración». Por ello, Francisco Franco puso todo su esfuerzo en
tratar de congraciar a los marinos con los ideales de la sublevación.
De hecho, el interés del futuro
líder de la revuelta en tratar de captar a la Armada fue tal, que incluso llegó
a celebrar una recepción para los jefes y oficiales navales de los principales
navíos españoles. Allí, el entonces general pronunció el siguiente discurso:
«La Patria está en peligro, y cuando eso sucede, el brazo armado de la Patria,
el Ejército y la Marina, quedan obligados a salvarla, tanto de los enemigos
exteriores como de los interiores; y dentro del Ejército y de la Marina son los
jefes y los oficiales los encargados de que esa misión sagrada se cumpla».
Así, con un aroma a incertidumbre
rondando en la Marina, el 17 de julio las amenazas se hicieron palpables y se
inició la sublevación en Marruecos. Acababa
de dar comienzo la Guerra Civil y, en lo que respecta a los
soldados del mar, tocaba finalmente elegir bando.
«En julio de 1.936 su construcción, y particularmente el armamento, estaban
todavía muy atrasados, tanto, que muchos dudaron que fuera posible
terminarlo en un plazo útil para que pudiera tomar parte en la contienda.
Febrilmente se trabajó para poner en servicio el buque, superando y venciendo
la falta de piezas y material que debía proveer Inglaterra o las factorías
situadas en la zona roja, y el día 15 de diciembre de 1.936, aunque faltaban
muchas instalaciones, consideradas como indispensables en otros momentos, tales
como dirección de tiro, piezas de artillería, etc., fue entregado a la Marina
de Guerra (…) izándose la Bandera Nacional», completa el superviviente del
hundimiento del «Baleares».
Este gigante del mar contaba con las
siguientes características:
Clase: Clase Canarias
Tipo: Crucero pesado
Iniciado: 15 de agosto de 1928
Botado: 20 de abril de 1932
Asignado: 28 de diciembre de 1936
Baja: 6 de marzo de 1938
Destino: hundido
Tipo: Crucero pesado
Iniciado: 15 de agosto de 1928
Botado: 20 de abril de 1932
Asignado: 28 de diciembre de 1936
Baja: 6 de marzo de 1938
Destino: hundido
Características generales
Desplazamiento: 10.000 toneladas estándar 13.283 toneladas a.p.c.
Eslora: 193,90 m.
Manga: 19,52 m.
Puntal: 12,57 m.
Calado: 6,51 m.
Propulsión: 8 calderas Yarrow
4 turbinas Parsons
4 hélices
Potencia: 90.000 cv
Velocidad: 33 nudos
Autonomía: 8.000 millas a 15 nudos, 4.000 millas a 25 nudos, 1.235 millas a 33 nudos
Tripulación: 800 hombres
Fuentes:
- «Historia general
de la guerra de España» de Ramón y Jesús María Salas Larrazábal.
- «La Guerra
Civil española en el mar» de Michael Alpert.
- Diario ABC
- es.wikipedia.org
- Fotos del
Archivo Histórico Navantia Ferrol.