Cuando antes de la crisis apenas se
presentaban unos pocos, esta vez la oposición a oficial sepulturero en el
cementerio municipal de Fene interesó a una treintena de personas. De
estos, 24 entraron en el listado definitivo y 17 se presentaron a la prueba
teórica. Los únicos que pasaron del 10 sobre 20 y, por lo tanto, aprobaron,
fueron Miguel, Borja, José, José Ramón y Santiago. Estos fueron los que esta
semana tuvieron que realizar la prueba práctica, en la que todos dejaron claro
que este oficio, por mucho que se hable, es como cualquier otro.
«Es un trabajo más. Puede que a los
demás les tire para atrás, pero este chollo hay que tomárselo de la misma
manera que todos», expresa
Borja, que acabó en segundo lugar. Aunque trabajaba como electricista, los
malos momentos del mercado laboral lo llevaron a emplearse como sepulturero en
varias parroquias de la zona desde hace cinco años. El único momento en el que
cambia el humor, dice, es a la hora de enterrar, «por lo delicado que es». Ese
instante también lo destaca como «especial» Miguel, el que se hizo con la
plaza, que lleva 15 años en el sector -también estuvo en una funeraria-. En su
caso, sí que lo ve «distinto a todos los trabajos, por las condiciones y porque
tiene que gustar mucho». «Sí que considero que tengo vocación», dice. El
tercero en discordia, José, opina que «todo el mundo dice que es tétrico, pero
un forense también manipula cadáveres y eso no parece tan extraño». Él estuvo
ya trece años en el cementerio de Narón.
Con menos posibilidades llegó a esta
prueba José Ramón, quien considera que «se le tiene respeto, porque es una
profesión como otra cualquiera». Eso sí, no tiene experiencia: después de
pasar por el transporte o la alimentación, se presentó en Fene como prueba de
cara a una oposición similar de A Coruña. Mientras, Santiago se presenta a
todas las plazas públicas que puede.
El examen práctico consistió
en tapiar dos nichos con placas de cemento en menos de media hora, uno
usando espuma de poliuretano, y otro con hormigón y recebado. El mejor, Miguel,
sacó un 7 sobre 10. Mientras, el temario de la prueba teórica incluyó la
Constitución, el Estatuto o cuestiones del Concello, como en otras oposiciones
municipales. Sobre el oficio en cuestión entraron las clases de cementerios y
sepulturas, los tipos de enterramientos o conceptos básicos (cremación,
exhumación...). Asimismo, se pidió un Celga 3 de gallego. «También podían haber
pedido otros idiomas por si el fallecido se pone a hablar francés», bromeó uno
de los aspirantes.
Fuente: La
Voz de Galicia